jueves, 20 de junio de 2013

CAMINO PRIMITIVO CON PERRO. Etapa 03. De Tineo a Pola de Allande



Sendero asturiano por el que discurre el Camino Primitivo

Ya hemos entrado en la rutina que supone el Camino de Santiago. Comenzamos a cenar todos los días mas o menos a la misma hora. Volvemos al albergue justo cuando ha anochecido, sobre las 10 de la noche, la hora límite para volver a los albergues públicos. Dormimos nuestras ocho horitas y sobre las 6 de la mañana, cuarto de hora antes, cuarto de hora después, nos levantamos. A las mañanas madrugamos bastante para intentar estar a la hora de comer en el destino. Alguna vez, sobre  todo en etapas muy largas, comeremos por el camino. No nos quedará mas remedio. Hemos sopesado bien las cosas y tampoco queremos madrugar demasiado. Si no te pierdes parte del atractivo que tiene esta ruta y que no olvidarás jamás: las vistas.
















DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA





Tineo - Pola de Allande (29,64 kilómetros)


  • A las 6 de la mañana suena el despertador. Me levanto rápidamente. No he pasado buena noche. Dormí sobre el colchón con una manta del albergue por encima y ésta tenía inquilinos. Un pequeño grupo de chinches (eso me dijo el suegro por las marcas que me habían dejado) la tomó con mi pie izquierdo y no me dejaron pegar ojo. Todavía me pica todo solo de pensarlo. El albergue de Tineo era barato y nos dejaron dormir en él con la perra, pero en cuanto a limpieza deja bastante que desear. Sobre todo en la habitación aparte en la que nosotros estuvimos.

  • Nos vestimos en un santiamén y salimos del albergue. No queremos molestar a nadie con nuestro ruido. Según vamos a salir nos cruzamos con Ángel y Emilio, los granadinos con los que coincidiremos en casi todo nuestro viaje. Ellos se acaban de levantar y comienzan a prepararse ahora.

  • Inicio de etapa. Kilómetro 0,00. Nos dirigimos hacia la parte central del pueblo. En el camino nos encontramos con un bar que ya ha abierto. Tomamos nuestro respectivos café con leche y vino dulce y seguimos nuestro camino.
 
Fuente de San Juan. Todavía es de noche

  • Poco antes de llegar al segundo kilómetro recorrido desde que salimos del albergue, nos encontramos con una fuente. La fuente de San Juan. Nos estamos dirigiendo a la parte alta del pueblo, continuando con la dirección que traíamos el día anterior. En esta fuente hay una imagen del Santo, algo a lo que nos estamos acostumbrando en estas tierras ganaderas asturianas. Todavía es totalmente de noche. Los frontales alumbran nuestro camino.

  • A medida que avanzamos nos vamos internando en un bosque de hayas. Las vistas de Tineo a medida que avanzamos pueden ser espectaculares, pero nosotros, tanto porque todavía no ha amanecido como por la intensa niebla que nos está acompañando en nuestro caminar, no podemos disfrutarlas. Este es el inconveniente de salir demasiado pronto.

  • Cuando llevamos algo más de 5 kilómetros y medio andados, llegamos al punto más alto de esta subida. El GPS marca 880 metros de altitud. La niebla continúa siendo muy intensa. No logramos ver nada mas allá de los 100 metros. Al llegar arriba nos hemos encontrado con una pista de cemento. Seguimos las marcas que nos indican la dirección a seguir y volvemos a enlazar con una pista que asciende muy lentamente.


Niebla en el alto de Navariego


  • Según empezamos a bajar por una pista de tierra parece que la niebla comienza a disiparse. Llegamos a la carretera que viene de Tineo y caminamos junto a ella unas decenas de metros, antes de que un sendero se adentre de nuevo hacía otro hayedo que se encuentra a nuestra izquierda. Hace un rato que ha amanecido completamente y llevamos recorridos unos 7 kilómetros.
 
Gau nos espera sobre un murito en medio del hayedo. ¡Que colores! ¡Qué contrastes!
  • Andar por hayedos siempre me ha gustado. El sonido de las hojas al pisarlas, el contraste del musgo que aparece en las zonas más húmedas con las hojas marrones que todo lo envuelven me parece mágico. La relajación y la tranquilidad me invaden.
 
Gau y Jose continuan. El monasterio de Obona está hacia el otro lado

  • Poco antes de llegar al kilómetro 9,5 nos encontramos con el desvío que nos acercaría al Monasterio de Obona. El camino no pasa junto a él. Tendríamos que desviarnos algo más de un kilómetro para visitarlo. Todavía es muy pronto y estamos muy frescos como para parar a contemplar el monasterio, así que decidimos seguir hacía el otro lado, por donde discurre el camino.

  • Poco después del kilómetro 11 nos encontramos con la pequeña aldea de Villaluz, donde podemos observar una fuente-lavadero. Al de unos metros torcemos a la derecha y continuamos por carretera,  y a través de su asfalto y su casi inexistente tráfico iremos atravesando diferentes aldeas (Vega del Rey, Berrugoso…) durante un par de kilómetros. El camino se vuelve un poco tedioso. No nos gusta caminar por asfalto. Es incómodo y aburrido. Aunque de vez en cuando las campas que se situan en los arcenes de estas te sorprenden con unos paisajes espectaculares.

  • El kilómetro 14 ya lo hemos superado, y el hambre empieza a hacerse notar. Llegamos a Campiello y lo primero que hacemos es dirigirnos a Casa Ricardo. Pedimos un par de bocatas y un par de botellines de cerveza. El sol empieza a lucir con fuerza, aunque en las zonas de sombra todavía se nota algo del frescor de la noche. Retomamos fuerzas en una terracita que tiene al otro lado de la carretera. Siempre que vemos la posibilidad, evitamos entrar con Gau en establecimientos públicos, aunque si no nos queda más opción pedimos permiso para entrar. No siempre te lo van a dar, así que en estos casos, tendremos que ser humildes y aceptarlo sin ningún tipo de resentimiento. A todo el mundo no le gustan los animales.
 
Paisaje que nos encontramos camino de Campiello

  • Continuamos nuestro camino y al de poco tiempo nos encontramos con un hombre que nos dice que es el hospitalero de Borres (creemos que es portugués. No le llegamos a entender bien del todo), y que si queremos pernoctar en el albergue hay sitio de sobra para nosotros y para el perro. Declinamos su ofrecimiento con amabilidad. Sólo llevamos unos 15 kilómetros recorridos y nuestra intención es hacer el doble.

  • Llegamos a Borres. Los camiones y los tractores trabajan a pleno rendimiento. Para ser una aldea tan pequeña nos encontramos con mucho movimiento. Seguramente el resto del día no se volvió a mover ni una mosca. Después de atravesar el pueblo de Borres haciendo caso a las flechas amarillas y a las baldosas con la vieira, volvemos a tomar una pista de tierra. Justo antes de cogerla, a nuestra izquierda, poco después de pasar la última casa del pueblo, hay una fuente. Si el agua empieza a escasear, es un buen momento para rellenar las cantimploras.
 
Mojón que señala la variante de hospitales

  • Al final de esta casi recta pista, nos vamos a encontrar con el desvío hacia hospitales. Aquí tendremos que decidir por donde seguir. La variante de hospitales está catalogada como una de las etapas más bonitas de todo el camino de Santiago. Son más de 15 inhóspitos y solitarios kilómetros, donde la dureza y la belleza caminan cogidos de la mano. A Jose no le convence demasiado el hecho de tener que subir una cuesta bastante dura y alargar la etapa, así que decidimos continuar por  el camino que sigue el 90 % de los peregrinos. Yo la verdad es que me quedo con las ganas. Otra vez será. Aunque sea vendré solo a realizar esta etapa para no quedarme con las ganas de haberla conocido.

  • Seguimos nuestro camino entre prados y caseríos. Los sube y baja son constantes. Sobre el kilómetro 21, justo en una marquesina de la parada de autobús paro un momento. Detrás de esta un riachuelo baja desde el monte. El calor ya empieza a resultar bastante molesto. Me quito la mochila y me acerco hasta la corriente de agua para refrescarme. Hago lo mismo con Gau. No me voy a volver a llevar otro susto por no refrescarla lo suficiente.
 
En un arroyo refresco a mi fiel compañera. El calor empieza a ser insoportable

  • Sobre el kilómetro 22 nos encontramos con una manada de vacas desatadas. Bajan por la carretera y el aldeano va tras ellas en bici. Todavía están algo lejos, pero nos apartamos por si acaso. Antes de que lleguen hasta nosotros el aldeano consigue pasarlas y meterlas hacia un sendero que hay en un lado de la carretera. Nosotros tenemos que seguir por ahí, así que esperamos un poco. En este tramo, la pista de tierra hace una especie de circunvalación y pasa por debajo de la carretera. Hay que estar atento para no seguir por la carretera, aunque tampoco pasaría nada, ya que más adelante, carretera y pista vuelven a unirse.
 
Los caballos nos observan curiosos

  • Llevamos 24 kilómetros recorridos. Estamos en Porciles. Unos metros atrás se encuentra el alto de Porciles (772 metros de altitud). Estamos sudando abundantemente. Junto a la carretera hay una especie de bar con una miniterraza. Paramos a tomar un refrigerio. ¡Qué bien entra una jarrita de cerveza con Kas de limón! Cuando estamos a punto de marchar llegan los granadinos, que también deciden para a refrescarse. Charlamos brevemente con ellos antes de continuar con nuestro camino. Les dejamos masajeandose un poco los pies. Parece que llevamos un ritmo muy parecido.

  • Al de unos metros del bar Jose me indica que es hacia la izquierda, realizando un giro de 90 º por un sendero no muy marcado que pasa junto a una ermita. Lo pongo en duda, pero me confirma que si, que acaba de ver una señal que lo indicaba. Comenzamos a bajar por una pista-sendero y no vemos ninguna señal. No estamos muy convencidos, pero seguimos hacia delante, descendiendo. Al de algo más de 500 metros nos topamos con una valla. ¡MIERDA! Nos hemos equivocado. Volvemos sobre nuestros pasos, sufriendo en la empinada cuesta que hace unos segundos bajábamos alegremente. Cuando llegamos arriba me acerco a confirmar que Jose había visto correctamente. ¡Cagüen… !¡No se que cojones habrá visto este hombre! ¡La señal indicaba claramente que teníamos que seguir de frente!

Camino que cogimos equivocado después del bar de Porciles. ¡Por ahí no!


Jose empieza a pasarlo mal en losconstantes sube y baja

  • Tras la cagada vamos mucho más atentos. Todos los cruces son examinados minuciosamente. Encima el terreno es cada vez más abrupto. Lo mismo te encuentras con una fuerte pendiente hacia abajo como una interminable cuesta hacia arriba. Esto es un rompe piernas. Y las fuerzas están empezando a flaquear… Menos mal que de vez en cuando pasamos junto a refrescantes riachuelos.

  • A mi el paisaje de esta ultima parte de la etapa me está pareciendo extremadamente bonito. Poco después del kilómetro 27 llegamos al alto de Lavadoira (806 metros de altitud). Aquí cogemos una senda a nuestra izquierda, en ocasiones herbosa, en otras terrosa, pero siempre fresca, que nos va a acercar en constante bajada hasta Pola de Allande. Desaconsejo bajar por carretera, ya que aunque también nos va a llevar a Pola de Allande, da un considerable rodeo.


Gau y yo en uno de los numerosos riachuelos que atravesamos

  • Antes de llegar a Pola de Allande pasamos por la bonita aldea de Ferroy. Estad atentos. Hay muchos perros sueltos. Demasiados para mi gusto. Y todos preparados para la gresca. Tuvimos que ser pacientes y atravesar la aldea blandiendo los bastones.


Estamos llegando a la aldea de Feroy

  • Final de etapa. Hemos recorrido 29,64 kilómetros. Estamos en Pola de Allande y lo primero que hacemos es acercarnos al albergue, que se encuentra a la entrada del pueblo. La puerta está abierta, pero no hay nadie. Somos los primeros. Previniendo lo que podría pasar más tarde, escogemos dos literas que se encuentran en una esquina y dejamos parte de nuestras pertenencias en ellas. El resto las guardamos en las taquillas que hay al otro lado de la habitación. Echando un rápido vistazo al albergue vemos que es correcto. Esta limpio, lo cual es un punto muy favorable después de la experiencia de la noche anterior.

  • Son algo más de las 3 de la tarde. Vamos al centro en busca de un sitio para comer. La amable señora que nos había atendido en el bar de Porciles nos había aconsejado el restaurante Lozano, así que directamente preguntamos por él a una señora del pueblo.

  • El restaurante tiene una zona de barra con mesas a la entrada, y el comedor, se sitúa al fondo. Como lo mas normal es que en el comedor no nos dejaran entrar con Gau, preguntamos si podríamos comer en estas mesas de fuera con la perra a nuestros pies. Su respuesta es afirmativa, así que no tardamos ni dos segundos en sentarnos en la mesa de la esquina, la más apartada, dándole las gracias.

  • Después de comer volvemos al albergue. Ahora hay algo de gente. Las chicas madrileñas también han llegado. Y los italianos del primer día… Parece que todo el mundo va a dormir aquí. Nos colocamos en nuestra zona y esperamos, aprovechando para descansar, a que llegue el hospitalero para explicarles nuestro caso.
 
Jose refresca los pies
  • A media tarde llega el hospitalero. Yo, mientras tanto, he aprovechado para hacer la colada. Un par de calzoncillos, un par de nikis, un par de camisetas y un par de pantalones cortos. Ya no me quedaba demasiada ropa limpia y el día soleado era un aliciente para poder ponernos al día. Mientras la gente se va dando de alta en el albergue espero mi turno con mi carnet y el de Jose. Le dejo que descanse un rato. La etapa ha sido algo dura. Cuando llega mi turno y le pregunto al hospitalero por la posibilidad de dormir con la perra en el albergue, antes de que este pueda contestar, las chicas madrileñas me echan un pequeño capote. Interceden a mi favor contándole a este simpático hombre que Gau es muy buena, que ya han dormido un par de noches con ella y que no se nota ni que está allí. El hospitalero se rie y me dice que, si nadie se queja, puede dormir en la esquina en la que estamos, a nuestros pies. ¡BIEN! Por ahora no nos estamos encontrando con demasiados problemas. La gente es transigente.

  • Saboreando la buena noticia, salimos a dar un paseo por la zona del río. La tarde es fabulosa. Buscamos una zona en la que poder bajar al cauce y nos remojamos los pies. ¡Que placer…! El frescor del agua de los arroyos de montaña son la mejor medicina para unos pies cansados. Te revitalizan
 
Un pescador prueba suerte en busca de truchas en el río Nisón, que atraviesa Pola de Allande


De relax. La tarde invita a ello

  • Decidimos acercarnos a tomar un cacharro a algún bar. En las terrazas se está de maravilla. Mientras Jose vuelve al albergue para afeitarse antes de cenar, yo me quedo con Gau dando una vuelta. Allí me encuentro con la pareja de suizo/españoles que ya conocíamos. Me tomo algo con ellos y charlamos un rato. Resulta que el hombre, ya jubilado, regenta un albergue de peregrinos en Suiza. Son una pareja agradable.

  • Cuando Jose vuelve volvemos al restaurante Lozano. Nuestra intención es cenar allí viendo la primera parte del partido de Champions league entre el Bayern de Munich y el Barcelona. El bar está bastante lleno, pero aún así podemos sentarnos en una mesa. Comemos un par de raciones acompañadas de un par de cervezas y vemos la primera parte. Gau come alguna que otra raba. Justo antes de salir la pobre vomita. La raba es demasiado larga y le ha dado arcada. Como siempre que hace algo así, se tumba mirando al suelo, sintiéndose culpable. Pido un par de servilletas y recojo rápidamente lo que ha echado. Menos mal que no es mucho. Lo recojo sin problema, lo saco a la calle y lo tiro en un contenedor. Hay que intentar no dejar rastro para que los dueños no se sientan ofendidos.

  • Acaba la primera parte, pagamos y nos vamos del local. Agradecemos su atención y nos volvemos al albergue. Son las 10 menos cuarto y mañana hay que volver a madrugar. Jose va volviendo al albergue mientras yo me acerco rápidamente a unas campas que hay cerca del río para que Gau haga sus últimas necesidades. Las hace rápido y volvemos al albergue.


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martes, 21 de mayo de 2013

CAMINO PRIMITIVO CON PERRO. Etapa 02. De Salas a Tineo



Antiguo molino y arroyo que baja del monte

La etapa del lunes, aunque nos parecía corta, decidimos hacerla de esta forma y así volver a las previsiones iniciales. Además, después de Tineo, según nos dijeron, no teníamos alojamiento en una distancia de unos 15 kilómetros, con lo que la etapa se volvía demasiado larga. Teniendo en cuenta que hoy era el primer día en que, según todas las guías, comenzábamos a encontrarnos con duros repechos, que todavía tenemos que rodarnos un poco más en las cuestas (algunos más que otros), y que las tres etapas posteriores a ésta van a ser bastante durillas, decidimos realizar una etapa algo más tranquila. A posteriori, comprobamos que hicimos bien. No hay que emocionarse en las primeras etapas. Al final, los excesos del principio, pueden pasar factura. Es mejor rodarse un poco en las primeras etapas para evitar tener que dar por finalizada la aventura antes de tiempo por una lesión inoportuna.











DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA




Salas – Tineo (20.55 kilómetros)


  • Este es el día que más tarde nos vamos a levantar en todo el Camino Primitivo. A las 7:15 de la mañana. Como la etapa va a ser corta decidimos desayunar en el mismo albergue, que nos ofrece esa posibilidad. Allí coincidiremos con una mujer americana que sabia castellano, una señora inglesa que iba con ella y un joven checo que realizaba el camino en solitario. Converso un poco con ellos. A lo indio. Pero bueno, para entendernos en lo básico ya valía. A los tres volveremos a verlos en el albergue de Tineo. El desayuno consiste en un zumo de naranja recién exprimido, un café con leche de puchero, un croissant  (con mantequilla o mermelada si quieres), unas galletas y un yogurt. La verdad es que no nos convence mucho. Nosotros, a primera hora de la mañana, solemos tener el estomago cerrado. Y en esta ocasión no es diferente. Además somos más de desayunar cosas saladas. Con un buen trozo de pan si puede ser je je. Picamos algo antes de salir y nos despedimos de Miguel (el hospitalero) dándole las gracias por su amabilidad. Se portó bien con nosotros.

  • Inicio de etapa. Kilómetro 0,00. Salimos del albergue La Campa de Salas a las 8:00 de la mañana. Ya es de día. Está nublado, pero la temperatura es bastante buena. Nos dirigimos a la parte alta de la plaza, que es por donde continúa el camino. Todos los días, después de haber comido y descansado, dábamos una vuelta por la zona comprobando por donde continuaba la siguiente etapa. Si sales de noche puedes tener problemas. De esta forma intentábamos evitarlos.
 
Pista de tiera que nos encontramos tras Salas
  • Comenzamos a ascender por una pista forestal. El río Nonoya se encuentra a nuestra derecha. Poco después de llevar medio kilómetro andando nos encontramos con una fuente. La fuente de Paine. Como no había llenado la botella de agua lo hago ahora. A nuestra izquierda, a medida que subimos, iremos viendo en ocasiones el viaducto de la autopista entre los árboles.

  • Entre los kilómetros 2 y 3 atravesamos un par de puentes, ambos del siglo XVIII, que evitan los arroyos que se forman en épocas de lluvia y que destrozaban los caminos. En este tramo nos encontramos por primera vez con Pepe, de Oviedo. Un hombre que vino solo a hacer el camino y con el entablaremos una relación a lo largo del camino. Le cogemos, charlamos un rato con él, y le dejamos atrás. En las cuestas sufre incluso algo más que Jose. El sigue a su ritmo poco a poco sin apenas parar.
 
La nueva autopista y los molinos de viento aparecen al principio de etapa
  • Una vez llegados al tercer kilómetro nos encontramos con la carretera N-634. Hasta este momento y desde que hemos salido no hemos hecho nada más que ascender. En este tramo que discurre durante unas decenas de metros por la carretera nacional la pendiente se relaja, aunque solo durante un rato. Cuando cogemos la pista de tierra de nuevo volvemos a subir. La nueva autopista nos la vamos encontrando cada cierto tiempo.

  • Un par de cientos de metros antes de llegar a los 6 kilómetros parece que la cuesta termina. Por lo menos por ahora. Estamos a 668 metros de altitud y estamos cruzando la aldea de Porciles. Esta era la tan temida primera ascensión. Tampoco ha sido tan fiero el león como lo pintaban… Ha habido tramos en los que la pendiente si que era bastante acusada, pero tampoco eran demasiado largos. En Porciles no encontramos ningún servicio, así que continuamos andando.
 
Aldea de Porciles. A partir de aquí la cuesta se relaja bastante
  • A partir de este momento llaneamos durante un buen rato. Solo nos encontramos alguna que otra ondulación en el camino antes de llegar a La Espina, localidad que se rodea por la parte de atrás. Salimos de nuevo a la carretera general junto a la iglesia, pero solo será durante unos metros, ya que pasado el pueblo volvemos a coger diferentes pistas y carreteras vecinales. En el pueblo de La Espina paramos a tomar una Coca cola y comer un bocadillito en el primer bar que nos encontramos sin tener que salirnos del camino. Este es el único pueblo intermedio en la etapa de hoy en el que encontraremos diferentes servicios.
 
Paisajes que nos encontramos una vez pasado La Espina

  • Sobre el kilómetro 10 nos encontramos con la fuente del Reconco. Hace un rato que hemos salido del pueblo de La Espina y vamos avanzando entre vaquerías. El olor, en ocasiones, es muy intenso. Por detrás veo que las chicas madrileñas están cerca de nosotros, pero solo es un espejismo. Por l o que me contaron posteriormente suelen parar a hacer fotos u observar aquello que les llama la atención, así que el acercamiento que hicieron durante nuestra parada en La Espina rápidamente fue anulado por nuestro cansino y continuo caminar. También nos encontramos con la pareja veterana de Suizos, a los que tras una breve charla, también dejamos atrás.
 
Jose intentando evitar el barro del camino

  • Entre el kilómetro 10 y 11 de la etapa nos encontramos con tramos que se encuentran completamente embarrados. La mezcla de barro y excrementos de vaca hacen difícil que avancemos sin mancharnos. En más de una ocasión habrá que buscar alternativas como la de caminar por encima de los muros. En estos tramos se vuelven totalmente necesarias unas buenas botas, las cuales sobrarán en los tramos de asfalto que nos encontraremos posteriormente en tierras gallegas.

  • Poco después del kilómetro 12 una fuente con la imagen del apóstol Santiago llama mi atención. Es la primera vez que lo veo, pero no será la última. A lo largo del camino primitivo lo veré en más de una ocasión, tanto en Asturias como en Galicia. Continuamos entre vaquerías y prados. La carretera general la podemos ver a nuestra izquierda.

  • Después del descanso que supone el no tener que subir ninguna cuesta pronunciada, volvemos a las andadas. Ascendemos por pistas transitadas habitualmente por ganado. El ascenso es suave, pero continuo. En torno al kilómetro 14 vemos a nuestra izquierda un gran polígono industrial. No se si pertenecerá al municipio de Tineo, pero el tamaño es considerable. Estamos atravesando multitud de arroyos. Perfecto para Gau. No tengo que insistirle que beba. Lo puede hacer en cualquier momento, cuando le apetezca. Además hoy el sol está oculto como por un velo, por una especie de bruma que no nos abandonará en todo el día.
 
Fuente con el apostol Santiago

  • Durante este tramo atravesamos granjas ganaderas diseminadas a lo largo del camino. Rodeamos grandes prados, caminamos por pistas que son mitad barro mitad piedras, nos cruzamos con vacas…
 
Las mujeres sostienen con pericia la ganadería en la zona

  • E
    Camino de los frailes
    n torno al kilómetro 19 vemos que estamos llegando a Tineo. Entramos al municipio por la zona del campo de fútbol. Aquí vemos el bar la casita junto a la ermita de San Roque. Hay un parquecito y una fuente. Como vamos con mucho tiempo de sobra paramos a tomar algo. Nos estamos acercando al mediodía y hoy, como habíamos desayunado, apenas habíamos almorzado, con lo que una racioncita de patatas bravas acompañada por una cervecita entra de maravilla. Estando allí sentados tranquilamente (tomamos un par de cervezas) vemos pasar a las chicas madrileñas y a Pepe. Les saludamos desde nuestra aventajada posición y se ríen ante nuestra tranquilidad. – ¡Como vivís! – Nos gritan.

  • Tras deleitarnos con este pequeño avituallamiento continuamos hacía Tineo. Para ir al albergue municipal hay una cuesta a mano izquierda desde la zona de San Roque que te llevaría directamente hacía él, pero nosotros decidimos bajar al centro del pueblo siguiendo las marcas del camino por el paseo conocido como “camino de los frailes”. Desde él podemos observar el pueblo de Tineo, que se asienta a lo largo de toda la ladera del monte.
 

Gau en el camino de los frailes

  • Final de etapa. Hemos recorrido 20,55 kilómetros. Estamos en la plaza del ayuntamiento de Tineo. Me acerco al ayuntamiento a preguntar si saben si podríamos dormir en el albergue con nuestra perrita. No saben nada, pero cree que si. Tomamos algo en el centro del pueblo y nos acercamos hasta el albergue, que está a un kilómetro más o menos del centro.

  • El albergue Mather Christi está cerrado. Está justo bajo la sede de comisiones obreras (creo. Un sindicato era fijo). Decidimos ir a tomar algo y según nos acercamos al bar Stop recuerdo haber leído en internet que las llaves del albergue se recogían allí. También se podían recoger en la cafetería alhambra y en el hotel Don Miguel, todos muy cerca del albergue Mather Christi de Tineo. Según entramos nos encontramos de nuevo con las chicas madrileñas, que habían venido a buscar las llaves. Como no habíamos sellado la credencial en todo el día lo hacemos aquí. Mientras seguimos con nuestra consumición las chicas se adelantan y se acercan al albergue. En un momento volveríamos a estar con ellas.


Albergue. Foto de http://caminodesantiago.consumer.es
 
  • Vamos a entrar en el albergue y veo un cartel que indica que no se permiten animales. Aún así entramos. Solo están las chicas. Investigamos por el albergue y nos señalan una habitación que pone reservado en la que hay dos camas. Se iban a meter ellas pero la habitación les pareció húmeda. Vamos a verla y nos metenos allí. Cuando venga el hospitalero le preguntaremos si podemos quedarnos para no molestar a nadie, pero de mientras, ocupamos el sitio por si acaso. La habitación es muy, muy húmeda. Y huele a polvo. El albergue, en general, necesita una buena limpieza. Nos da igual. Solo queremos un sitio en el que poder descansar. Dejamos nuestras cosas y nos vamos en busca de un sitio cercano para comer.

  • Lo único que encontramos en la zona para comer en plato es el Hotel Don Miguel. El comedor lo tiene al fondo del restaurante, pero en la entrada tiene unas mesas para tomar café, junto a la cristalera. En la puerta hay un cártel que indica la prohibición de entrada para los perros. Yo de todas formas pregunto si podríamos comer en las mesas de fuera, con la perra entre nuestros pies. No nos dejan. Pregunto si de todas formas podríamos comer nosotros en las mesas de fuera, dejando a la perra atada en la calle y de esta forma tenerla vigilada en todo momento. Esto si me lo permiten. Dejamos nuestras cosas en una mesa de la esquina, junto al ventanal para que Gau pueda vernos y esté más tranquila. La ato a una tubería del desagüe y nos metemos a comer. Como he traído su comedero plegable, entre plato y plato le voy sacando las sobras (y lo que no son sobras). Hemos podido solucionar el problema sin demasiadas complicaciones, aunque hubiera preferido que Gau estuviera bajo mis pies.
 
Vista desde el mirador de Tineo, camino del albergue
  • Volvemos al albergue y nos echamos un rato. Al de un rato alguien entra en la habitación. Es el hospitalero. Me levanto para hablar con él. – Te estábamos esperando para preguntarte a ver si podríamos dormir aquí con nuestra perrita para no molestar a nadie…- No se lo piensa mucho – Si hombre, aquí si. He entrado porque suele aparecer por aquí un loco y se mete en la habitación de vez en cuando, pero tranquilos, que si hay gente no viene. El hospitalero sale a dar de alta a todos los peregrinos y yo, al de unos minutos, detrás. Voy con mi credencial y con la de Jose. Le dejo que esté un rato más tumbado mientras yo hablo con el hospitalero. Parece que no hay problema. En este momento conozco a los granadinos Ángel y Emilio, con los cuales continuaremos coincidiendo a lo largo del camino hasta llegar a Santiago de Compostela.
 
Preciosa granja que vimos en la etapa de hoy

  • Aprovecho para ducharme y cambiarme. Luego lo hace Jose. Salimos a dar una vuelta con la intención de comprar algo de avituallamiento para la etapa de mañana, ya que durante los15 primeros kilómetros no vamos a encontrar nada. Tras la compra vamos a tomar algo a la zona del ayuntamiento. Allí nos encontramos con Pepe el ovetense, que se sienta con nosotros. Tomamos algo con él y charlamos un rato, conociéndonos un poco más. El tiene intención de ir a cenar a un restaurante que hay cerca. Nosotros, con unos bokatas, hacemos el día. Nos despedimos y cada uno vamos para un lado a llevar a cabo nuestras ideas.

  • Paramos en una cafetería que vemos de camino al albergue nada más salir de la plaza del ayuntamiento. Preguntamos si podemos entrar con la perra y nos lo permite. Nos hace unos bokatas al momento que devoramos en pocos minutos. Cumplimos con el ritual del café y los txupitos y volvemos hacia el albergue. Está anocheciendo y mañana hay que madrugar.
 



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lunes, 20 de mayo de 2013

CAMINO PRIMITIVO CON PERRO. Etapa 01. De El Escamplero a Salas

Según teníamos planeado el domingo, 21 de abril de 2013, era el día señalado. Estaba en rojo en nuestro calendario porque era el día que íbamos a comenzar nuestra peregrinación hacia Santiago de Compostela. Por circunstancias de la vida, finalmente, habíamos comenzado medio día antes (la tarde del sábado).  De esta forma, el itinerario, así como las distancias, se habían modificado. Nuestras previsiones para los dos primeros días eran las siguientes:

- Domingo 21. Etapa 1. De Oviedo a Cornellana. 32,10 kilómetros.
- Lunes 22. Etapa 2. De Cornellana a Tineo. 29,00 kilómetros.

Al comenzar medio día antes el itinerario, sin embargo, fue el siguiente:

- Sábado 20. A la tarde. Etapa 0. De Oviedo a El Escamplero. 13,03 kilómetros.
- Domingo 21. Etapa 1. De El Escamplero a Salas. 35,12 kilómetros
- Lunes 22. Etapa 2. De Salas a Tineo. 20, 55 kilómetros.

Como podréis comprobar los kilómetros no coinciden. Al de varios días me di cuenta que en cada etapa, normalmente, solía haber algún kilómetro más de lo que marcan las guías. Aunque tampoco es exagerada la diferencia. 


Hay tramos en los que la nueva autopista afea el paisaje
Aunque todavía se van a ver vestigios de civilización (como la nueva autopista que se está construyendo por tramos y que afea un poco el paisae), en esta etapa se puede decir que comenzamos realmente el Camino Primitivo a Santiago de Compostela. Lo del día anterior  se podría calificar de etapa prólogo. De un calentamiento. De una bravuconada de dos culos inquietos impacientes por comenzar su aventura.

A través de esta etapa comenzamos a sentir lo que en el fondo iba a ser el Camino Primitivo. Según me contó mi suegro, empezamos a realizar una peregrinación que nada tiene que ver con la que se realiza a través del Camino Francés. Emprendimos un viaje más solitario, más íntimo, más cercano a la naturaleza, alejándonos de la romería en la que se ha convertido el Camino Francés debido, sobre todo, a la masificación, y que, irremediablemente, nos encontraríamos a partir del municipio de Melide, pueblo en el que estos dos caminos se unen para convertirse en uno y llegar hasta la Catedral donde reposan los restos del Santo.


Vistas de un paisaje cercano al río Narcea y Cornellana


 DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA




El Escamplero – Salas (35,12 kilómetros)



 A primera hora el frontal se vuelve indispensable
  • Inicio de etapa. Kilómetro 0,00. Nos despertamos a las 6:00 de la mañana. Somos los primeros en levantarnos. Como el resto de peregrinos sigue durmiendo, intentamos hacer el menor ruido posible. Lo primero que hago antes de nada es soltar a Gau de la litera (no quería que se fuera durante la noche de paseo a investigar y evitar posibles complicaciones). La llevo a la cocina y la ato a la mesa. Según se levanta está muy activa, se emociona ante la perspectiva de salir de casa, con lo que tengo que intentar tranquilizarla. Cogemos nuestras cosas y salimos definitivamente de la habitación donde se encuentran las literas hasta la habitación que sirve de cocina y comedor, donde nos espera Gau.. Nos vestimos. En el momento en el que nos estamos poniendo las botas las dos chicas madrileñas hacen acto de presencia. Como nosotros no desayunamos tan pronto (el estómago está todavía cerrado), nos despedimos de ellas y salimos del albergue. La noche es cerrada. Todavía no se atisba la claridad que precede al amanecer por ningún lado. Salimos a la carretera por la que llegamos el día anterior y continuamos con la dirección que traíamos.

  • Hay que estar muy atentos. La noche es cerrada y hay que fijarse en las señales que nos indican el camino. Al principio las farolas que hay junto a la carretera en las aldeas nos ayudan pero cuando comenzamos a meternos por pistas y senderos en los que la luz artificial desaparece se vuelve totalmente necesaria la ayuda de un frontal o una linterna. Yo llevo colocado mi frontal en la cabeza desde que he salido de la habitación donde dormíamos.
 
Primera sorpresa de la mañana. Un erizo nos da los buenos días nada más salir

  • Cuando llevábamos algo más de un kilómetro andado, nos encontramos con la primera sorpresa de la mañana. Una piedra grande parece que se mueve. Gau se acerca rápidamente, aunque con cierta reticencia. Nos acercamos más y podemos contemplar bien aquello que nos había llamado la atención. Un erizo del tamaño de un balón de fútbol se encuentra en mitad del camino. Y no esta hecho una bola. Gau se acerca y se aleja. Curiosa pero con respeto. Al de unos segundos el erizo, cansado de los recortes que le realiza Gau, dignos del mejor rejoneador, se escabulle entre los matorrales. Mi suegro y yo nos miramos. ¡Ostias que rapidez!. No lo hubiésemos creído si no lo hubiesemos visto. El erizo desapareció como un rayo. Reanudamos el camino contentos. Estas pequeñas cosas son las que nos provocan alegría.

  • Proseguimos caminado en la noche. La oscuridad nos rodea, sobre todo en las zonas en las que pasamos bajo las ramas de los árboles. En las zonas más claras comienza a intuirse, por el este, la claridad del día.

  • Después de llevar más de 3,5 kilometros andando, el jersey  polar comienza a sobrar. Hemos comenzado a subir una pequeña cuesta y está amaneciendo. Son algo más de las 7:15 de la mañana.

  • Alrededor del kilómetro 4 llegamos a Premoño. Podemos decir que ya ha amanecido. Pasamos junto a la capilla de Santa Ana. En este pueblo no nos encontramos con nada. No hay servicios. Las ventanas de las casas están cerradas a cal y canto. Es domingo y es muy pronto todavía.
 
Nos encontramos con un camino empedrado

  • Poco después del kilómetro 5 nos encontramos con una triple bifurcación. Nos entra la duda. El mojón parece indicar que sigamos por el sendero del centro, el menos marcado, un sendero que está empedrado en el centro y que deja a uno de sus lados un pequeño arroyo que nos va acompañar durante unos metros. Por desgracia, al de unas decenas de metros, este arroyo entra en el camino. Seguramente la vía de escape habitual del arroyo estará obstruida, así que ha tomado la dirección del camino. Avanzamos chapoteando. Yo voy bien, ya que he traído unas buenas botas, pero Jose está comenzando a mojarse bastante los pies. Y no hay muchas opciones para salir del camino. Estamos encajonados. Menos mal que esta situación  no dura más de 100 metros. Aun así, llevo al suegro con los pies empapados. Menos mal que parece que está apareciendo el sol.

  • Sobre el kilómetro 7 llegamos al pueblo de Paladín. Hemos ido caminando un rato con el caudaloso río Nalón a nuestra izquierda. Al llegar a Paladín parece que nos alejamos de él, pero tras cruzar un puente sobre un riachuelo, volvemos a acercarnos a su cauce. Habrá momentos en los que iremos por un sendero que discurre junto al rió. En otros estaremos un nivel por encima caminado por la carretera general. Pero poco a poco nos iremos acercando al municipio de Peñaflor caminando junto a este caudaloso río.
 
Caminaremos junto al caudaloso río Nalón


    
    Un corzo nos regala la segunda sorpresa de la mañana
    
  • Llegamos a L´ Arache por carretera. Llevamos casi 9, 5 kilómetros de etapa. Esto no tendría mayor importancia (es una aldea muy pequeñita) si no es porque aquí nos encontramos con la segunda sorpresa del día: vemos junto a la carretera una hembra de corzo pastando. Para cuando saco la cámara intentando inmortalizar el momento el animal ya ha emprendido la huida. Aún así, consigo sacarle una foto (bastante borrosa, por cierto) en la que se ve claramente a este cérvido tan habitual en los montes del norte de la península.

  • Al de medio kilómetro de nuestro encuentro con la hembra de corzo, un bar junto a la carretera llama nuestra atención. Esta abierto. Es el Casa Urina, justo antes del puente de Peñaflor. Tiene colocada una terraza fuera en la que nos podemos sentar tranquilos con Gau a tomar un cafecito. Dicho y hecho. Paramos, descansamos un rato, tomamos nuestros café con leche y Sansón (el suegro dice que un vino dulce a primera hora le hace andar mejor) y  continuamos el camino.
 
Roca de Peñaflor
  • Cruzamos el antiguo puente de Peñaflor sobre el río Nalón y nos acercamos al pueblo por la carretera N-634. Aquí, durante unos 200 metros, habrá que extremar la precaución porque apenas hay arcén. Tras este tramo de carretera las señales nos meten en el bonito y pequeño pueblo de Peñaflor. Hay guías que comentan que en el pueblo las señales se vuelven confusas y es mejor continuar por la carretera hasta el pueblo de Grado. No opino lo mismo. El pueblo me pareció que estaba bastante bien señalizado. Las marcas te conducen sin ningún tipo de problema a una pista de tierra (tras pasar un pequeño tunel) que discurre entre campas y te acerca al pueblo de Grado de una manera más sosegada.

  • Poco antes de llegar al kilómetro 13 de la etapa llegamos a la estación de FEVE de Grado. Atravesamos las vías y continuamos hacia el pueblo. Si en algún momento dejáis de ver alguna señal no os preocupéis mucho. El camino cruza todo el pueblo de la parte baja hasta la alta, por la carretera principal, donde casi cuando estamos saliendo veremos un mojón que nos indica la pista que tendremos que coger en ese momento.

  • En Grado paramos a tomar nuestro avituallamiento. Es domingo y es día de mercado. En el parque vemos que están preparando las casetas. Paramos en uno de los locales que se encuentran junto a la zona de mercado y nos sentamos en su terraza a comer un par de bocadillitos. Gau está aquí fuera con nosotros. En las terrazas no hay ningún tipo de problema. Además la gente que está preparando los puestos de los alrededores le hacen todo tipo de gracias cuando ven su colgante de peregrina. Rápidamente se convierte en el centro de atención. Cuando acabamos los bocadillos continuamos andando. Según avanzamos a través del pueblo observamos perplejos que el mercado que montan aquí es grandísimo. Se nota que es uno de los pueblo importantes de la zona.
 
Dejamos atrás el bullicioso pueblo de Grado
  • Sobre el kilómetro 19 pasamos por un alto donde nos encontramos con un desvío a nuestra derecha que nos acercaría al Santuario de nuestra señora del Fresno y al albergue de Cabruñana, pero nosotros continuamos por el camino. La subida hasta esta zona desde Grado se le ha hecho un poco durilla a Jose. No está tan acostumbrado a las cuestas y ha sufrido un poquillo por las pendientes más empinadas, pero esto no ha hecho más que empezar.
 
Cuestas como esta nos hicieron romper a sudar después del avituallamiento



San Marcelo, aldea muy bien cuidada

  • En el descenso vamos a ir atravesando diferentes aldeas. Desde lo alto vemos todo el valle. A nuestra izquierda aparecerá la nueva autopista que se está construyendo en la zona. No podemos impedir el avance de la civilización y la modernización, pero fastidia un poco contemplar como estas infraestructuras empobrecen considerablemente el paisaje. La primera aldea a la que llegamos en nuestro descenso es San Marcelo. La impresión que nos causo fue positiva. Se veía todo muy bien cuidado. Bonito. Con una fuente donde saciar nuestra sed. Desde que comenzamos el descenso hasta el kilómetro 22 nos vamos a encontrar con 3 fuentes. Si hemos vaciado nuestra cantimplora este es un buen momento para rellenarla.

  • Pasando el kilómetro 22 llegamos a Doriga. Junto al camino vemos un bar. El Ca Pacita. Como el sol aprieta ya bastante, paramos a tomar una cerveza fresquita y sentarnos un momento. Tiene una bonita terraza en la que nos quedamos con Gau. Allí entablé conversación con un matrimonio mayor con el que coincidiremos durante un par de etapas más. Él era un asturiano que emigró a Suiza cuando era niño. La mujer era suiza. Ambos hablaban perfectamente castellano, aunque con un acento especial. Simpáticos. El dueño del local también me pareció agradable y le pregunté si conocía algún sitio en el que poder alojarme con la perra. Rápidamente nos ofreció alojamiento. No había ningún problema para que la perra durmiera con nosotros. Declinamos cortésmente. Nos parecía demasiado pronto para parar. Queríamos hacer todavía unos cuantos kilómetros más. Queríamos llegar a Salas. Al comentarle esto nos recomendó el Albergue La Campa. Él conocía al dueño y creía que no habría problema, y si lo había,  me buscaría alguna solución. Le dimos las gracias por todo y continuamos nuestro camino. Es agradable encontrarte con gente que está dispuesta ayudarte.

Tarjeta que nos dieron en el "Ca pacita"

    
    Plantación de kiwis junto a Casas del puente
    
  • Abandonamos Doriga y pasando junto a una cantera, donde ahora están construyendo un viaducto para la nueva autopista, nos acercamos hasta Casas del puente. El camino no está muy bien. Ha habido algún desprendimiento y hay que andar entre piedras antes de llegar a un par de granjas ganaderas en las que nos encontramos con dos grandes mastines. Pasamos junto a ellos antes de llegar al cruce de carreteras que es Casas del puente. Junto a la carretera nos encontramos con una plantación de kiwis. Curioso. Nosotros seguimos hacia el puente que se encuentra sobre el río Narcea, antesala del municipio de Cornellana.
  • Cuando estábamos cerca de llegar a los 26 kilómetros de etapa atravesamos el puente de Cornellana. El río tiene una anchura considerable, aunque poca profundidad. Según hemos leído en un parque que hemos atravesado hace un momento es el río Narcea, paraíso de las truchas y de los salmones.
 
El paraiso de los pescadores. El río Narcea


  • Entramos en Cornellana y aquí realizamos la primera gran cagada del camino. Una vez dentro del municipio de Cornellana hay que torcer a la izquierda hacia el monasterio de El Salvador, que se encuentra muy próximo pero semiescondido. A partir de ahí se continuaría por la margen izquierda del río Nonaya. Nosotros no llegamos a girar. Atravesamos el pueblo de Cornellana completamente y seguimos por una carretera en la que apenas había arcén durante lo menos 7 kilómetros (no sabría decirlo con exactitud). Este tramo se hizo insufrible. El sol calentaba con fuerza. Nos acercábamos a las 2 del mediodía y no había una sombra en todo el camino. Yo notaba que Gau tiraba mucho para atrás. Me imaginaba que su instinto de pastor le hacía vigilar a Jose, que venía por detrás. ¡Pero que equivocado estaba! La pobre estaba asfixiada por el calor. Me di cuenta de ello cuando decidió tirarse al suelo diciendo basta bajo la sombra de un viejo caserón. Pobrecita. Inmediatamente saque su bebedero y la botella de agua, que la tenía llena. Bebió con ansía, pero tampoco demasiada cantidad. Estaba un poco aplatanada. El resto del agua se lo fui echando poco a poco en la cabeza y en el lomo, guardando un poco por si era necesaria mas adelante.

    
    Volvemos al camino correcto
    
  • El río estaba cerca, aunque la maleza impedía que pudiéramos bajar a él. En un tramo en el que veo que puedo acercarme al río bajo con Gau y la mojo completamente. Bebe directamente del río. Parece revivir. Es como si fuera otra perra. Vuelve a estar llena de energía. Ya ha pasado lo peor.

  • Volvemos a encontrar el camino correcto. Salimos de la carretera que tan mal momento nos ha hecho pasar y continuamos por una pista de tierra junto a un riachuelo. Gau bebe cada poco. Llevaremos unos 32 kilómetros recorridos y las ganas de llegar a Salas cada vez son más grandes.

  • Al fondo comenzamos a ver nuestra meta. Estamos en Casazorrina. El final de la etapa está cerca


Algunas casas muestran este estupendo aspecto


  • Final de etapa. Hemos recorrido 35,12 kilómetros. Llegamos a Salas sufriendo. El calor no está machacando. Según vamos entrando en el núcleo urbano vemos mucho movimiento. Hay feria. La mayoría de los puestos están empezando a recoger el material. Veo los quesos que todavía quedan expuesto y mis jugos gástricos empiezan a moverse. Ya va siendo hora de comer.
 
La feria del queso llega a su fin. Comienzan a recoger los puestos

  • Llegamos a la plaza del pueblo y paramos a tomar una jarra de cerveza con limón en el bar La Campa (que es el nombre de la plaza en la que estamos). Tras refrescarnos nos acercamos al albergue que nos habían recomendado en Ca Pacita, que está en ésta misma plaza. El hospitalero, tras explicarles nuestra situación, nos dice que de momento, como había poca gente, sin problema. Que nos pondría en la habitación de abajo, que estaba vacía, y que luego veríamos. Nos recomienda para ir a comer al Castillo Valdés, en la misma plaza, que tienen menú de peregrino. Como ya es tarde nos dirigimos allí, pero está bastante lleno. Se nota la influencia de la feria. Después de hablar con la responsable y preguntarle si podríamos comer con Gau en una terraza interior que tenían, quedamos con ella para las 16:15, hora en la que dice que podríamos entrar a comer. El restaurante casa Pachón, en la misma plaza, también había recibido buenas recomendaciones, pero está bastante lleno y tiene poco sitio. Tenemos que pensar en Gau.
 
Terraza del Hotel-restaurante Castillo de Valdés, donde comimos

  • Cuando volvemos vamos directos a la terraza. El servicio es bastante lento. Están superados por la afluencia de gente. Encima cuando nos toman nota nos dicen que no tienen menú de peregrino. En su defecto nos ofrece un menú de fin de semana (22 euros creo recordar). Como es bastante tarde y tenemos hambre aceptamos, pero no podemos estar comiendo todos los días a este precio. Siendo sinceros tengo que reconocer que la comida estaba bastante buena. Y la botella de crianza que acompañaba al menú entraba muy bien. A los dos platos y el postre le sumamos un café con leche y dos txupitos de hierbas (uno cada uno). Total 49 euros. ¡Tenemos que comer por la mitad de dinero!. Si no nos va a salir un ojo de la cara. Aunque por lo menos la comida estuvo bien. Eso no lo voy a negar.

Paseo junto al rio Nonaya

    Fachada el albergue la Campa
  • Después de comer volvemos al albergue y nada más llegar el hospitalero viene hasta donde mi y me dice que me tiene que cambiar, que ha venido más gente y queme ha buscado una alternativa. Me lleva arriba y me enseña una habitación que tiene de almacén, la cual ha sido despejada y en la que ha colocado una cama plegable. Me dice a ver si tendría algún problema de dormir allí. Para mi es perfecto. La opción que me ofrece me convence inmediatamente. Una habitación individual en la que no tendré que estar tan atento por lo que pueda hacer Gau. Subo mis cosas y dejo a Jose echando la siesta en la habitación de abajo. Tras intentar hacer lo mismo y no conseguirlo me bajo a dar un paseo por el pueblo. Gau conmigo, por supuesto. El pueblo es bonito. Junto al río Nonoya, que atraviesa el municipio, han construido una especie de paseo. Doy unas vueltas y me encuentro con las chicas madrileñas. Ellas están en el albergue municipal, que está más abajo. Charlo un ratito con ellas sobre la etapa y nos despedimos al de un rato. Yo voy a buscar a Jose. Salimos a cenar un bocadillo en el bar La campa, donde habíamos estado al mediodía. El pueblo está muerto. Ha habido un cambio radical. Como de la noche al día. Llegamos al bar y no nos permiten entrar con Gau. El bar está totalmente vacio y al mediodía incluso se había acercado a acariciar a Gau  antes de traerle un cuenco con agua. No lo entiendo, pero bueno, el local es suyo y son dueños de sus decisiones. Tomamos un par de bocadillitos en la terraza acompañados de una cerveza y nos volvemos al albergue. Hace bastante frío y aquí ya no pintamos nada.


Paseo junto al río Nonaya. Bonito y agradable de recorrer



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