jueves, 20 de junio de 2013

CAMINO PRIMITIVO CON PERRO. Etapa 03. De Tineo a Pola de Allande



Sendero asturiano por el que discurre el Camino Primitivo

Ya hemos entrado en la rutina que supone el Camino de Santiago. Comenzamos a cenar todos los días mas o menos a la misma hora. Volvemos al albergue justo cuando ha anochecido, sobre las 10 de la noche, la hora límite para volver a los albergues públicos. Dormimos nuestras ocho horitas y sobre las 6 de la mañana, cuarto de hora antes, cuarto de hora después, nos levantamos. A las mañanas madrugamos bastante para intentar estar a la hora de comer en el destino. Alguna vez, sobre  todo en etapas muy largas, comeremos por el camino. No nos quedará mas remedio. Hemos sopesado bien las cosas y tampoco queremos madrugar demasiado. Si no te pierdes parte del atractivo que tiene esta ruta y que no olvidarás jamás: las vistas.
















DESCRIPCIÓN DE LA ETAPA





Tineo - Pola de Allande (29,64 kilómetros)


  • A las 6 de la mañana suena el despertador. Me levanto rápidamente. No he pasado buena noche. Dormí sobre el colchón con una manta del albergue por encima y ésta tenía inquilinos. Un pequeño grupo de chinches (eso me dijo el suegro por las marcas que me habían dejado) la tomó con mi pie izquierdo y no me dejaron pegar ojo. Todavía me pica todo solo de pensarlo. El albergue de Tineo era barato y nos dejaron dormir en él con la perra, pero en cuanto a limpieza deja bastante que desear. Sobre todo en la habitación aparte en la que nosotros estuvimos.

  • Nos vestimos en un santiamén y salimos del albergue. No queremos molestar a nadie con nuestro ruido. Según vamos a salir nos cruzamos con Ángel y Emilio, los granadinos con los que coincidiremos en casi todo nuestro viaje. Ellos se acaban de levantar y comienzan a prepararse ahora.

  • Inicio de etapa. Kilómetro 0,00. Nos dirigimos hacia la parte central del pueblo. En el camino nos encontramos con un bar que ya ha abierto. Tomamos nuestro respectivos café con leche y vino dulce y seguimos nuestro camino.
 
Fuente de San Juan. Todavía es de noche

  • Poco antes de llegar al segundo kilómetro recorrido desde que salimos del albergue, nos encontramos con una fuente. La fuente de San Juan. Nos estamos dirigiendo a la parte alta del pueblo, continuando con la dirección que traíamos el día anterior. En esta fuente hay una imagen del Santo, algo a lo que nos estamos acostumbrando en estas tierras ganaderas asturianas. Todavía es totalmente de noche. Los frontales alumbran nuestro camino.

  • A medida que avanzamos nos vamos internando en un bosque de hayas. Las vistas de Tineo a medida que avanzamos pueden ser espectaculares, pero nosotros, tanto porque todavía no ha amanecido como por la intensa niebla que nos está acompañando en nuestro caminar, no podemos disfrutarlas. Este es el inconveniente de salir demasiado pronto.

  • Cuando llevamos algo más de 5 kilómetros y medio andados, llegamos al punto más alto de esta subida. El GPS marca 880 metros de altitud. La niebla continúa siendo muy intensa. No logramos ver nada mas allá de los 100 metros. Al llegar arriba nos hemos encontrado con una pista de cemento. Seguimos las marcas que nos indican la dirección a seguir y volvemos a enlazar con una pista que asciende muy lentamente.


Niebla en el alto de Navariego


  • Según empezamos a bajar por una pista de tierra parece que la niebla comienza a disiparse. Llegamos a la carretera que viene de Tineo y caminamos junto a ella unas decenas de metros, antes de que un sendero se adentre de nuevo hacía otro hayedo que se encuentra a nuestra izquierda. Hace un rato que ha amanecido completamente y llevamos recorridos unos 7 kilómetros.
 
Gau nos espera sobre un murito en medio del hayedo. ¡Que colores! ¡Qué contrastes!
  • Andar por hayedos siempre me ha gustado. El sonido de las hojas al pisarlas, el contraste del musgo que aparece en las zonas más húmedas con las hojas marrones que todo lo envuelven me parece mágico. La relajación y la tranquilidad me invaden.
 
Gau y Jose continuan. El monasterio de Obona está hacia el otro lado

  • Poco antes de llegar al kilómetro 9,5 nos encontramos con el desvío que nos acercaría al Monasterio de Obona. El camino no pasa junto a él. Tendríamos que desviarnos algo más de un kilómetro para visitarlo. Todavía es muy pronto y estamos muy frescos como para parar a contemplar el monasterio, así que decidimos seguir hacía el otro lado, por donde discurre el camino.

  • Poco después del kilómetro 11 nos encontramos con la pequeña aldea de Villaluz, donde podemos observar una fuente-lavadero. Al de unos metros torcemos a la derecha y continuamos por carretera,  y a través de su asfalto y su casi inexistente tráfico iremos atravesando diferentes aldeas (Vega del Rey, Berrugoso…) durante un par de kilómetros. El camino se vuelve un poco tedioso. No nos gusta caminar por asfalto. Es incómodo y aburrido. Aunque de vez en cuando las campas que se situan en los arcenes de estas te sorprenden con unos paisajes espectaculares.

  • El kilómetro 14 ya lo hemos superado, y el hambre empieza a hacerse notar. Llegamos a Campiello y lo primero que hacemos es dirigirnos a Casa Ricardo. Pedimos un par de bocatas y un par de botellines de cerveza. El sol empieza a lucir con fuerza, aunque en las zonas de sombra todavía se nota algo del frescor de la noche. Retomamos fuerzas en una terracita que tiene al otro lado de la carretera. Siempre que vemos la posibilidad, evitamos entrar con Gau en establecimientos públicos, aunque si no nos queda más opción pedimos permiso para entrar. No siempre te lo van a dar, así que en estos casos, tendremos que ser humildes y aceptarlo sin ningún tipo de resentimiento. A todo el mundo no le gustan los animales.
 
Paisaje que nos encontramos camino de Campiello

  • Continuamos nuestro camino y al de poco tiempo nos encontramos con un hombre que nos dice que es el hospitalero de Borres (creemos que es portugués. No le llegamos a entender bien del todo), y que si queremos pernoctar en el albergue hay sitio de sobra para nosotros y para el perro. Declinamos su ofrecimiento con amabilidad. Sólo llevamos unos 15 kilómetros recorridos y nuestra intención es hacer el doble.

  • Llegamos a Borres. Los camiones y los tractores trabajan a pleno rendimiento. Para ser una aldea tan pequeña nos encontramos con mucho movimiento. Seguramente el resto del día no se volvió a mover ni una mosca. Después de atravesar el pueblo de Borres haciendo caso a las flechas amarillas y a las baldosas con la vieira, volvemos a tomar una pista de tierra. Justo antes de cogerla, a nuestra izquierda, poco después de pasar la última casa del pueblo, hay una fuente. Si el agua empieza a escasear, es un buen momento para rellenar las cantimploras.
 
Mojón que señala la variante de hospitales

  • Al final de esta casi recta pista, nos vamos a encontrar con el desvío hacia hospitales. Aquí tendremos que decidir por donde seguir. La variante de hospitales está catalogada como una de las etapas más bonitas de todo el camino de Santiago. Son más de 15 inhóspitos y solitarios kilómetros, donde la dureza y la belleza caminan cogidos de la mano. A Jose no le convence demasiado el hecho de tener que subir una cuesta bastante dura y alargar la etapa, así que decidimos continuar por  el camino que sigue el 90 % de los peregrinos. Yo la verdad es que me quedo con las ganas. Otra vez será. Aunque sea vendré solo a realizar esta etapa para no quedarme con las ganas de haberla conocido.

  • Seguimos nuestro camino entre prados y caseríos. Los sube y baja son constantes. Sobre el kilómetro 21, justo en una marquesina de la parada de autobús paro un momento. Detrás de esta un riachuelo baja desde el monte. El calor ya empieza a resultar bastante molesto. Me quito la mochila y me acerco hasta la corriente de agua para refrescarme. Hago lo mismo con Gau. No me voy a volver a llevar otro susto por no refrescarla lo suficiente.
 
En un arroyo refresco a mi fiel compañera. El calor empieza a ser insoportable

  • Sobre el kilómetro 22 nos encontramos con una manada de vacas desatadas. Bajan por la carretera y el aldeano va tras ellas en bici. Todavía están algo lejos, pero nos apartamos por si acaso. Antes de que lleguen hasta nosotros el aldeano consigue pasarlas y meterlas hacia un sendero que hay en un lado de la carretera. Nosotros tenemos que seguir por ahí, así que esperamos un poco. En este tramo, la pista de tierra hace una especie de circunvalación y pasa por debajo de la carretera. Hay que estar atento para no seguir por la carretera, aunque tampoco pasaría nada, ya que más adelante, carretera y pista vuelven a unirse.
 
Los caballos nos observan curiosos

  • Llevamos 24 kilómetros recorridos. Estamos en Porciles. Unos metros atrás se encuentra el alto de Porciles (772 metros de altitud). Estamos sudando abundantemente. Junto a la carretera hay una especie de bar con una miniterraza. Paramos a tomar un refrigerio. ¡Qué bien entra una jarrita de cerveza con Kas de limón! Cuando estamos a punto de marchar llegan los granadinos, que también deciden para a refrescarse. Charlamos brevemente con ellos antes de continuar con nuestro camino. Les dejamos masajeandose un poco los pies. Parece que llevamos un ritmo muy parecido.

  • Al de unos metros del bar Jose me indica que es hacia la izquierda, realizando un giro de 90 º por un sendero no muy marcado que pasa junto a una ermita. Lo pongo en duda, pero me confirma que si, que acaba de ver una señal que lo indicaba. Comenzamos a bajar por una pista-sendero y no vemos ninguna señal. No estamos muy convencidos, pero seguimos hacia delante, descendiendo. Al de algo más de 500 metros nos topamos con una valla. ¡MIERDA! Nos hemos equivocado. Volvemos sobre nuestros pasos, sufriendo en la empinada cuesta que hace unos segundos bajábamos alegremente. Cuando llegamos arriba me acerco a confirmar que Jose había visto correctamente. ¡Cagüen… !¡No se que cojones habrá visto este hombre! ¡La señal indicaba claramente que teníamos que seguir de frente!

Camino que cogimos equivocado después del bar de Porciles. ¡Por ahí no!


Jose empieza a pasarlo mal en losconstantes sube y baja

  • Tras la cagada vamos mucho más atentos. Todos los cruces son examinados minuciosamente. Encima el terreno es cada vez más abrupto. Lo mismo te encuentras con una fuerte pendiente hacia abajo como una interminable cuesta hacia arriba. Esto es un rompe piernas. Y las fuerzas están empezando a flaquear… Menos mal que de vez en cuando pasamos junto a refrescantes riachuelos.

  • A mi el paisaje de esta ultima parte de la etapa me está pareciendo extremadamente bonito. Poco después del kilómetro 27 llegamos al alto de Lavadoira (806 metros de altitud). Aquí cogemos una senda a nuestra izquierda, en ocasiones herbosa, en otras terrosa, pero siempre fresca, que nos va a acercar en constante bajada hasta Pola de Allande. Desaconsejo bajar por carretera, ya que aunque también nos va a llevar a Pola de Allande, da un considerable rodeo.


Gau y yo en uno de los numerosos riachuelos que atravesamos

  • Antes de llegar a Pola de Allande pasamos por la bonita aldea de Ferroy. Estad atentos. Hay muchos perros sueltos. Demasiados para mi gusto. Y todos preparados para la gresca. Tuvimos que ser pacientes y atravesar la aldea blandiendo los bastones.


Estamos llegando a la aldea de Feroy

  • Final de etapa. Hemos recorrido 29,64 kilómetros. Estamos en Pola de Allande y lo primero que hacemos es acercarnos al albergue, que se encuentra a la entrada del pueblo. La puerta está abierta, pero no hay nadie. Somos los primeros. Previniendo lo que podría pasar más tarde, escogemos dos literas que se encuentran en una esquina y dejamos parte de nuestras pertenencias en ellas. El resto las guardamos en las taquillas que hay al otro lado de la habitación. Echando un rápido vistazo al albergue vemos que es correcto. Esta limpio, lo cual es un punto muy favorable después de la experiencia de la noche anterior.

  • Son algo más de las 3 de la tarde. Vamos al centro en busca de un sitio para comer. La amable señora que nos había atendido en el bar de Porciles nos había aconsejado el restaurante Lozano, así que directamente preguntamos por él a una señora del pueblo.

  • El restaurante tiene una zona de barra con mesas a la entrada, y el comedor, se sitúa al fondo. Como lo mas normal es que en el comedor no nos dejaran entrar con Gau, preguntamos si podríamos comer en estas mesas de fuera con la perra a nuestros pies. Su respuesta es afirmativa, así que no tardamos ni dos segundos en sentarnos en la mesa de la esquina, la más apartada, dándole las gracias.

  • Después de comer volvemos al albergue. Ahora hay algo de gente. Las chicas madrileñas también han llegado. Y los italianos del primer día… Parece que todo el mundo va a dormir aquí. Nos colocamos en nuestra zona y esperamos, aprovechando para descansar, a que llegue el hospitalero para explicarles nuestro caso.
 
Jose refresca los pies
  • A media tarde llega el hospitalero. Yo, mientras tanto, he aprovechado para hacer la colada. Un par de calzoncillos, un par de nikis, un par de camisetas y un par de pantalones cortos. Ya no me quedaba demasiada ropa limpia y el día soleado era un aliciente para poder ponernos al día. Mientras la gente se va dando de alta en el albergue espero mi turno con mi carnet y el de Jose. Le dejo que descanse un rato. La etapa ha sido algo dura. Cuando llega mi turno y le pregunto al hospitalero por la posibilidad de dormir con la perra en el albergue, antes de que este pueda contestar, las chicas madrileñas me echan un pequeño capote. Interceden a mi favor contándole a este simpático hombre que Gau es muy buena, que ya han dormido un par de noches con ella y que no se nota ni que está allí. El hospitalero se rie y me dice que, si nadie se queja, puede dormir en la esquina en la que estamos, a nuestros pies. ¡BIEN! Por ahora no nos estamos encontrando con demasiados problemas. La gente es transigente.

  • Saboreando la buena noticia, salimos a dar un paseo por la zona del río. La tarde es fabulosa. Buscamos una zona en la que poder bajar al cauce y nos remojamos los pies. ¡Que placer…! El frescor del agua de los arroyos de montaña son la mejor medicina para unos pies cansados. Te revitalizan
 
Un pescador prueba suerte en busca de truchas en el río Nisón, que atraviesa Pola de Allande


De relax. La tarde invita a ello

  • Decidimos acercarnos a tomar un cacharro a algún bar. En las terrazas se está de maravilla. Mientras Jose vuelve al albergue para afeitarse antes de cenar, yo me quedo con Gau dando una vuelta. Allí me encuentro con la pareja de suizo/españoles que ya conocíamos. Me tomo algo con ellos y charlamos un rato. Resulta que el hombre, ya jubilado, regenta un albergue de peregrinos en Suiza. Son una pareja agradable.

  • Cuando Jose vuelve volvemos al restaurante Lozano. Nuestra intención es cenar allí viendo la primera parte del partido de Champions league entre el Bayern de Munich y el Barcelona. El bar está bastante lleno, pero aún así podemos sentarnos en una mesa. Comemos un par de raciones acompañadas de un par de cervezas y vemos la primera parte. Gau come alguna que otra raba. Justo antes de salir la pobre vomita. La raba es demasiado larga y le ha dado arcada. Como siempre que hace algo así, se tumba mirando al suelo, sintiéndose culpable. Pido un par de servilletas y recojo rápidamente lo que ha echado. Menos mal que no es mucho. Lo recojo sin problema, lo saco a la calle y lo tiro en un contenedor. Hay que intentar no dejar rastro para que los dueños no se sientan ofendidos.

  • Acaba la primera parte, pagamos y nos vamos del local. Agradecemos su atención y nos volvemos al albergue. Son las 10 menos cuarto y mañana hay que volver a madrugar. Jose va volviendo al albergue mientras yo me acerco rápidamente a unas campas que hay cerca del río para que Gau haga sus últimas necesidades. Las hace rápido y volvemos al albergue.


Descarga la ruta para GPS PINCHANDOME


2 comentarios:

  1. Estuve en la misma habitación que tú.
    Es húmeda, eso sucede. No use ninguna manta.
    Me muevo con saco. La limpieza es perfecta.
    La señora madruga mucho, es la mujer de Jose Luis. No se merece miserias.
    Pero ya lo sabes, las personas tenemos percepciones diferentes. Los hay agradecidos y los hay que no. Los hay que van a su rollo exclusivamente.

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  2. elespiritudelchemin, del albergue de Pola de Allande no tengo ninguna pega. Del que si digo que dejaba bastante que desear era del de Tineo (y su humeda habitación). Estamos muy agradecidos por la hospitalidad que allí se nos brindó, permitiéndonos, sobre todo, dormir en esta habitación con nuestra perrita. Pero eso no quita para que tenga que decir que la limpieza en general dejaba bastante que desea. Igual fue el día en el que yo estuve, pero fue una percepción de mas de 10 personas que durmieron allí esa noche y con las que hablé al respecto.Si se te ocurría mover las mantas que estaban apiladas se olía el polvo durante un buen rato. Seguramente, tal y como tu dices, si solo hubiera utilizado mi saco no le hubiera visto tantas pegas. A partir de aquel día es lo que hice.
    Si he ofendido a alguien no ha sido esa mi intención. Solo pretendo informar de lo que me encontre, intentando siempre mostrar una opinion conjunta de la gente con la que hable. No estoy echando miserías sobre nadie. Si las instalaciones ya dejan bastante que desear, por mucho que se afane esta mujer siempre parecerá que queda algo por hacer.

    Un saludo

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